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El "antifujimorismo" de Humala

¿Qué significa o que hay detrás de la prédica antifujimorista del Presidente de la República?

Publicado: 2014-11-21

Sorprende escuchar al Presidente decir que el fujimorismo es un movimiento que surgió de la cloaca. ¿Qué son entonces los ciudadanos que votan o dirigen el fujimorismo?, ¿electores, dirigentes, representantes, que han emergido de la cloaca? Un presidente está por encima de las contradicciones lógicas y legítimas de una sociedad y las trata de cohesionar. No se trata de justificar al fujimorismo como proceso político y olvidar el inmenso pasivo que tiene en el haber institucional y moral en el país. ¿Pero qué queremos? ¿Su exterminio? ¿No es acaso mejor un fujimorismo “realmente existente” en el juego democrático, sin 5 de abriles o Montesinos? 

Es autoritario emplazar a que los fujimoristas no tienen derecho a existir en la escena pública. Es responder al fujimorismo de los 2000 con el sentido fujimorista de los ‘90. Pero esa aguda y severa adjetivación al fujimorismo hace emerger el estilo de Urresti en el propio Presidente, que acorralado y sin antecedentes democráticos pareciera traslucir el autoritarismo que él dice criticar.

Mirando la historia con más cuidado, el “anti-fujimorismo” de Humala pareciera ser más táctico (de oportunidad) que de principios. Veamos. El “Etno-cacerismo” original se volcó a la prédica callejera después de la caída de Fujimori; la rebelión de Locumba de los hermanos de Humala se dio cuando el fujimorismo estaba en retirada y Montesinos en el Karisma. Durante los años 90 los principales portavoces del humalismo estaban en sus agendas privadas o ¿se recuerda a alguno de ellos en el Foro Democrático, Comité Cívico por la Democracia, movilizaciones juveniles, regionales o en la Marcha de los 4 Suyos? Y no hablemos de muchos de sus ministros que fueron funcionarios, técnicos o profesionales silenciosos del fujimorismo, incluido el ministro de Interior.

Lo dicho ayer ratifica ese antifujmorismo táctico. Se cuestiona ahora el fujimorismo que lo interpela, investiga, contradice o increpa en el marco del juego político natural en una democracia. Con ello intenta cambiar la agenda, no perder la garantía de Vargas Llosa y más cosas. Pero la verdad es que ninguno de los temas que acechan  al gobierno puede ocultarse con prédicas de este estilo y mucho menos de un antifujimorismo como señuelo. Más aún cuando nadie puede asegurar que no terminen aliados en el futuro, ante algún “mal mayor”. Ya que ambos conservan similares estilos no superados del todo.

Publicado en Exitosa Diario, 20 de noviembre del 2014


Escrito por

Javier Barreda

Sociólogo PUCP, docente. Escribo. Ex Ministro de Trabajo. Ex- Vice de Promoción del Empleo y de Desarrollo Social. Director Editorial UNFV


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Búfalo de pradera

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