Los tecnócratas
1. El tecnócrata te dirá que es técnico y que trabajó en el Estado (no importa qué administración) en función de lo que sabe y para aportar al país.
2. Te dirá que su “talento” (o un concurso) lo puso donde está y no sus contactos. Lo primero es cierto, pero “talento” sin contacto no funciona.
3. Miran con desconfianza a los políticos. Los miden, calculan, estudian y trazan su estrategia de acuerdo a dos premisas: a) si el político sabe, lo respetan y obedecen; o b) si el político no sabe, lo envuelven y llevan de las narices.
4. La teoría es su divisa y eso está bien. El problema es cuando creen en absoluto en sus “ecuaciones” y no asumen las consecuencias sociales y políticas de sus propuestas. Recomiendan ajustar, cuando lo mejor sería reactivar; aumentar 100% salarios a ministros, cuando más racional hubiera sido escalonar.
5. Cuando no hay partido político o cuadros políticos-técnicos de contrapeso en el gobierno de turno, entonces los tecnócratas se hacen de todo: deciden, nombran, despiden, y presupuestan.
6. Esto último hace que se enamoren del poder en dimensiones inconmensurables. Y la pasión que les despierta estar en el poder, les corroe lealtades y sobredimensiona su “razón tecnocrática”. Se hacen, entonces, voraces.
7. Son desdeñosos de políticos, congresistas y de toda demanda social. Pueden conceder en algunas cosas (creación de programas o cambio de nombres de lo anterior), si con ello, el modelo mayor se mantiene y ellos también.
8. Hay también los silenciosos, que evitan prensa, exponerse o adherirse. Están agazapados, hasta que un político o política (con poder real) les dice “levántate y enamórate del poder”.
Que el Perú se libre de políticos sin formación y de tecnócratas enamorados del poder.
(Publicado en Exitosa Diario, 27 de febrero del 2014)