Un outsider (¿de laboratorio?)
¿Es innata esa capacidad de ser la sorpresa encantadora que viene desde fuera del sistema para salvarnos de las desgracias o fatalidades de los “políticos tradicionales” o se puede crear en un laboratorio?
Una pregunta que deben hacerse algunos es si el outsider nace o se produce. ¿Está en los genes esa capacidad de ser la sorpresa encantadora que viene desde fuera del sistema para salvarnos de las desgracias o fatalidades de los “políticos tradicionales” o se puede construir y elaborar en un laboratorio o agencia de publicidad? Evocamos aquella exhortación de introducción de ciertos libros de liderazgo: todos somos líderes, la cuestión es que tú te decidas.
La fórmula es simple: crisis de los políticos (más) crisis económica y social, (más) instituciones ilegítimas, (más) encuestas que dicen que muchos votarían por alguien nuevo, (más) opinólogos demandando un salvador, nos da el adecuado “eco-sistema político” para que, agregando una pisca de buen marketing y dosis de financiamiento, resulte, genere, brote o nazca el outsider. “No falla”, habrá dicho alguien, miren la película 1990 y ya. Pero ese momento especial y polarizado generó el fujimorismo por especiales circunstancias y voluntades.
Sin embargo, las cosas no son cómo se redacta en alguna receta de fabricación de outsider. Los peruanos –de acuerdo a la encuesta de IPSOS– no parecen responder a los presupuestos de laboratorio. Las preferencias son encabezadas por políticos del sistema ya conocidos. La inexistencia ya casi secular de un sistema de partidos, es reemplazada por “marcas individuales” que se mantienen en el sistema y que para nada semejan a un outsider. Incluso PPK es el tecnócrata-político con protagonismo de tres de los últimos siete gobiernos: ministro de Belaunde en los ‘60 y ‘80 a ministro de Toledo en los 2000.
Aunque parece que los peruanos de a pie no quieren un “outsider”, la pantalla presenta algunos. De aquellos, Julio Guzmán pareciera el más fabricado en laboratorio: frases, giros, gestos, colores, respuestas ensayadas, relatos construidos, media training, tácticas aprendidas y sus sinceras ganas de ser presidente. ¿Suficiente? Hasta ahora no. Falla lo individual: carencia de definiciones políticas, discurso etéreo, tenue carisma, es decir, ausencia de conexión que solo te la da el trajín político, de quien se hace en la política o en las decisiones. Y ello no necesariamente se produce en un laboratorio.
Publicado en Exitosa Diario, 23 de abril del 2015