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La utopía laboral

De acuerdo a la encuesta de Datum los peruanos tenemos una aspiración laboral y sindical muy grande que contradice el permanente reclamo a una "reforma laboral" que la tecnocracia como panacea.

Javier Barreda 

Publicado: 2015-06-25

El mundo laboral tiene dos miradas principales. La del tecnócrata y la del trabajador. En los primeros hay una prioridad que se llama “reforma laboral” y en los segundos hay una aspiración que es la protección y aspiración a derechos, que están escritos en diversas normas y leyes peruanas y poco se cumple. La “Ley Pulpín” era exacta en el papel, cuadraba en la ecuación de los incentivos y no incentivos, pero se tropezó en la calle con los jóvenes y trabajadores, formales o informales.  

Y es que en el Perú la cultura de los derechos laborales está sumergida en las mayorías. Incluso en el mundo informal en el que se encuentra el 55% de jóvenes laborando sin contrato. Las reformas laborales que se discuten en gabinetes, tienen dos problemas. Primero, es su poca coherencia técnica. Segundo, es que a pesar de la informalidad, la volatilidad de puestos de trabajo, la presencia mínima de sindicatos, la diluida autoridad laboral y la incipiente capacitación de gran parte de trabajadores, hay una especie de utopía laboral. Una aspiración inalcanzable a un puesto seguro, estable, con derechos garantizados; que es casi imposible de tocar. Pero aspiramos a ese mundo laboral, que el capitalismo permitió por décadas y que la globalización hoy relativiza, aquí y en tantos países.

La última encuesta de Datum, sobre segmentación ideológica de los peruanos, confirma la existencia y crecimiento del 2014 al 2015 de este sueño o utopía laboral. Los peruanos que aspiran a una legislación que limite el despido, las malas condiciones de empleo y garantice mayor protección al trabajador se incrementan de 35% a 38%. Y los que prefieren una legislación  especial protectora contra el despido y las malas condiciones sube de 45% a 50%. El segmento que considera que los contratos deberían ser menos regulados (más flexibles) baja de 20 a 12%.

También hay un crecimiento en la valoración y necesidad de los sindicatos. Los que consideran que deberían ser financiados por el Estado sube de 39% al 45%. Y los que piensan que deberían tener funciones especiales aunque no financiamiento público sube de 36% a 39%. Mientras lo que piensan que los sindicatos deberían recibir el trato como cualquier asociación bajan de 25 a 19%.

Peruanos más pragmáticos, más individualistas, menos “ideologizados”, flexibles y autoempleados, sin militancia y renuentes ─paradójicamente─ a los sindicatos, esconden una utopía laboral que se activa coyunturalmente, para luego esconderse en la cotidianidad. Pero ahí está, latente.

Publicado en Exitosa Diario, 25 de junio del 2015


Escrito por

Javier Barreda

Sociólogo PUCP, docente. Escribo. Ex Ministro de Trabajo. Ex- Vice de Promoción del Empleo y de Desarrollo Social. Director Editorial UNFV


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Búfalo de pradera

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