¿Dios es peruano?
Más allá que si Dios es peruano, cada crimen en televisión o la anemia infantil creciente tras cinco años, desaniman. Pero no nos pueden quitar las ganas de construir el Perú.
¿En qué momento se jodió el Perú? En Conversación en la Catedral, Vargas Llosa hizo nacional y existencial esta pregunta. Se asumió que en un momento, ¿solo en uno?, nos jodimos. El Perú habría estado bien y era “un mundo feliz”, hasta que en un momento esa felicidad o ese buen camino se bloqueó por un hecho fatal (conquista española, Guerra con Chile, oligarquías sin proyecto, etc.) y el Perú se “jodió”.
La verdad es que esa pregunta es una trampa, porque nunca dejó de haber grandes problemas y “jodidos” en la larga historia del Perú. Veamos, no la pasaban bien los yanaconas o los “piñas” en la sociedad prehispánica y habrían sido muy poco felices los esclavos que construyeron Machu Picchu para algún señor cusqueño. A diferencia de un acto fatal que nos condenó a ser lo malo que seríamos (el momento de la joda o el “pecado histórico original”), el Perú siempre ha tenido momentos de problemas y -por qué no decirlo-, momentos de recuperación y solución. Somos, como casi todos los países, de situaciones críticas y también de construcción de soluciones o del encuentro de salidas a diversos impasses sociales, políticos y económicos. A pesar de todo, el Perú siempre avanza.
El Perú no se jodió en un momento. Nuestra historia es de adversidades y avances. En una línea de tiempo de siglos pueden encontrarse avances (recuperaciones después de guerras, migrantes que construyen nuevas identidades y riquezas, más gobiernos democráticos) y retrocesos (delincuencia en expansión o corrupción imbatible).
Personalmente, me gusta mirar las situaciones de recuperación y avance. Antes, el heroísmo de miles en San Juan y Miraflores o, siempre, la solidaridad de los pobres con los más pobres. En el presente, la derrota de Sendero Luminoso, la reducción de la pobreza, el crecimiento de clases medias. O emprendedores que triunfan; experiencias municipales innovadoras, jóvenes pobres que construyen sus proyectos con inteligencia, mujeres con más reconocimiento y derechos; profesionales que quieren hacer buena política o peruanos en el extranjero que edifican futuros. Puede haber cosas que jodan y que nos proyectan tal vez una imagen que nos malogramos o interrumpimos siempre. Cada crimen en televisión o la anemia infantil creciente tras cinco años, desaniman. Pero no nos pueden quitar las ganas de construir el Perú. Este 28 de julio miremos lo que se pudo y no hacer. Nunca sabremos si Dios es peruano, pero sí que aprieta pero no mata; y que ayuda si nos ayudamos.
Publicado en Exitosa Diario, 28 de julio del 2016