¿Valió la pena?
Por muchas razones, por errores propios o circunstancias que van más allá de ella misma, al Apra le tocará caminar por el desierto, pero nuevos guías la llevarán a tierra fértil.
Este artículo debió llamarse el Apra ante la corrupción. Pero bueno. Hace dos días conversé más de dos horas con un joven estudiante de bachillerato de un colegio particular de Lima. Su monografía era sobre el Apra de ayer y hoy. Joven muy despierto y agudo, como son los de ahora. Había leído mucho sobre el Perú. Recorrimos con láminas, proyecciones visuales y libros los grandes momentos de historia del Apra: la irrupción de Haya en las luchas obreras y las universidades populares González Prada; los grandes principios transformadores del origen; el fallido levantamiento de Trujillo del 32 y la gran clandestinidad hasta el 45; el levantamiento erróneo pero limpio del 48; los presos y las cartas a los presos de Haya; la necesaria alianza con Prado para que miles sean libres y retornen al Perú; los apristas asesinados por Sendero Luminoso, tal vez los mejores; los dos gobiernos apristas; los pocos que resistieron ante el primer fujimorismo. Al final escuchamos –gracias a YouTube- la Marsellesa, la Marcha Aprista y ese himno a la vida que es el canto a los luchadores fallecidos del Apra, que compuso Lucas Cabello. Después de tanto conversar, el joven me preguntó si valía la pena hacer política, dados los problemas que el Apra atravesaba, o valía la pena ser aprista.
El joven es nieto de aprista y de su familia algunos lo son. Y me puse a pensar en tantos como su abuelo que deben sufrir las noticias sobre sospechas, culpas y responsabilidades durante el gobierno aprista por el caso Odebrecht. No importa si los funcionarios hasta ahora implicados no son militantes, el dolor es igual y casi mata el alma. Es una situación difícil. Y al recibir su inquietud pensé en Manuel Arévalo y su asesinato por la espalda por esbirros de una dictadura; en los apristas de San Juan Miraflores y La Esperanza en Trujillo; en la compañera Juana de Chosica, que hoy, pies en el suelo y en medio de huaicos, ayuda y habla del Apra.
Entonces le respondí que sí vale la pena ser aprista y que, más allá de uno u otro partido, vale la pena hacer política; que es mejor que lidere y haga política, lo que regenera. Si no reinarán los “poderosos” y aquellos que coimean o roban o consienten que otros lo hagan por conveniencia o ingenuidad. Al Apra le tocará caminar por el desierto, pero nuevos guías –le dije- la llevarán a tierra fértil. Para ello se necesita que su mejor gente se decida de verdad. Que en estos tiempos de tempestades, solo los de convicción no renuncian por miedo o cálculo, luchan hasta el final; que así valdrá la pena la lucha de antes y las ilusiones de hoy. ¿Valió la pena y vale la pena ahora? Sí, si se hace buena política para servir, en el Apra u otro partido. Hasta el final.
Publicado en Exitosa Diario, 26 de enero del 2017