El milagro de la Reconstrucción
El partido de la reconstrucción será el partido de fondo. Una reconstrucción, que con sus amenazas y tragedias, será la agenda total del país; y que implica reconstruir la infraestructura, pero también debe reconstruirse social e institucionalmente. Hay cosas que no se pueden hacerse como antes.
Nunca un triunfo tan especial para el Perú como el obtenido ante Uruguay. En medio de desastres, con familias que pierden todo lo que tienen y más, con hogares arrasados, tierras y cosechas destruidas, y esperanzas desvanecidas, se ganó con fútbol y garra. El Mundial de Rusia está distante, pero estos partidos generan la sensación de que somos un país donde las cosas pueden lograrse, donde es posible ganar, vencer, tener alegrías, construir esperanzas, ser una sola fuerza. Dos goles impecables de Paolo Guerrero y Edison Flores voltearon el partido a una selección uruguaya, calculadora y parca por momentos y peligrosa en otros. Al final arremetieron con su garra y solo fue el palo o el travesaño de Dios, que esta vez salvó a Perú y no permitió el gol uruguayo, que hubiese desplomado o caído entusiasmos y esperanzas de millones de peruanos que dejaron todo por ver esta ventana de fe que era el partido eliminatorio. “Milagro en el arco peruano” gritó el narrador; “la mano de Dios”, me dijo uno de mis hijos cuando el cabezazo de Godín pegaba en el travesaño de Gallese, consagrando ya la victoria. Si era gol de Uruguay, todas las crónicas de alegría y esperanza no se hubiesen cantando, celebrado, escrito y llorado. La sensación de derrota nos hubiese apabullado.
Pero eso no pasó, y vinieron las celebraciones y abrazos: Yotún de rodillas agradeciendo a Dios; Guerrero dedicando todo a las víctimas; abrazos entre jugadores, hinchas sin dejar la tribuna, técnicos y periodistas respirando de emoción y de posibilidad. Es que este triunfo se da en medio de tragedias. La noche de fútbol para millones fue para casi 100 mil damnificados una pausa de fútbol-alegría, porque al día siguiente se volvería a una realidad angustiante y en la que lo incierto acechará, porque no se sabe si volverá la furia de El Niño costero o una plaga. Conmovedor: familias en tragedia gritando gol y, en medio de los que les quedaba, abrazados a un triunfo que ocurría en Lima, donde se decide y desde donde vuelan autoridades, militares, policías y voluntarios para ayudar, rescatar, alentar, organizar y permitir que la sobrevivencia sea posible; aun pernoctando entre la paz de los muertos de algún cementerio en Piura.
Tras la tormenta habrá tiempo para más. Detrás de las lluvias, la reconstrucción. Tarea difícil que será interpelada por las expectativas crecientes de quienes perdieron todo, contra el tiempo que se va rápido y recursos siempre escasos. En pocos días, el partido con Uruguay será parte de una historia feliz, pero historia. La reconstrucción, sus amenazas y tragedias serán la agenda total; una reconstrucción que no solo debe ser de infraestructura, sino también social e institucional. Será un partido doble, reconstruir ante los desamparos nuevos y, a la vez, afrontar los problemas de siempre. Es el partido de la reconstrucción el que sí o sí debemos ganar, con cabeza fría, con o sin milagros en nuestro arco.
Publicado en Exitosa Diario, 30 de marzo del 2017