Hace 25 años
Un testimonio y un balance sobre el 5 de abril de 1992; un hecho que después de cinco lutros aún vivimos sus consecuencias.
Hace 25 años, la noche del 5 de abril de 1992, fuimos convocados a la casa de Pueblo Libre de Agustín Mantilla, entre otros, el historiador Javier Tantaleán, el embajador Hugo Otero, el exministro Gustavo Saberbein y quien escribe esta nota. Mantilla había sido elegido secretario de organización del Apra en febrero. La agenda era discutir un proyecto periodístico, pero el mismo Mantilla nos había dicho que había un rumor que venía de algún “contacto” de Palacio: esa noche asesinaban a él y a Alan García. Aún en el rumor, la escolta policial estaba preparada ante tres posibilidades: “paramilitares” o civiles armados, senderistas o militares. Esto último, era casi imposible, pero en todo caso la Policía tenía una instrucción a cumplir ante cada posibilidad.
Hablamos de política, pero había algo de tensión por aquel dato. Al inicio del famoso mensaje a la Nación de Fujimori, el jefe de la escolta nos comunicó que un convoy del Ejército se aproximaba a la casa en Chacarilla de Alan García. La señal la había dado por radio la policía que cuidaba al expresidente. Inmediatamente entró la llamada de Alan García. Mantilla le confirmaba que su casa estaba siendo rodeada, colgó y nos dijo: “vamos para allá”. Era definitivamente una movida del Ejército. Al salir de la casa ya era tarde. Comandos militares habían tomado el techo de la casa, patios y puertas. Eran más de 100. Nos obligaron a correr; Tantaleán advirtió “si corremos, nos disparan”. Pudimos ver a los policías y comandos del Ejército apuntándose mutuamente. Mantilla dijo que se rendía y ordenó a la escolta que no ponga resistencia. Lo subieron a la tanqueta, lo encapucharon y partió a algún lugar. Quien estaba a cargo de aquel operativo era un oficial apodado “Pacatango”; “mejor que se rindiera, tenía órdenes de matarlo”, le dijo a Mantilla ya en la tanqueta. El 13 de noviembre siguiente “Pacatango” sería parte de fallido levantamiento del general Jaime Salinas Sedó contra Fujimori.
Desde una casa cercana llamamos a la casa de Alan García y más dirigentes para resistir. Era evidente que era un golpe militar, se rompía el estado de derecho. Por mensajes diversos había una duda sobre si Alan García había sido detenido o no. Nos enteramos que el local del Apra había sido tomado y que estaban detenidos ilegalmente Luis Negreiros, Abel Salinas, Jorge del Castillo, Mirtha Cunza y el exdirigente Alberto Kitazono.
La historia después es conocida, pero se olvida. Alan García es exiliado dos meses después y volverá el 2001. El país se polarizó. Fujimori no pudo sostener mucho tiempo el libreto inicial y tuvo que liberar a los detenidos (César Barrera Bazán, Gustavo Gorriti y a los apristas). Mantilla siguió preso. Así comenzó una era en la historia del Perú que no puede repetirse. ¿Que ello sirvió para que el terrorismo acabe? Es muy relativo. Según Gustavo Gorriti, y otros especialistas, lo central en la derrota al senderismo fue la captura de Abimael Guzmán y ello no fue obra de nada que se planificara u organizara a partir del 5 de abril. El Grupo GEIN fue conformado en 1989 y cuando en setiembre del 92 es capturado Guzmán, ni Fujimori ni Montesinos estaban al tanto del operativo.
Hay mucho por debatir sobre el o los fujimorismos. Su balance siempre será polémico. En esos años muchos consintieron o se silenciaron. Otros mantuvieron principios democráticos y libertarios hasta el final del régimen. Algunos no se acuerdan que fueron fundamentalistamente fujimoristas y ahora son huacháfamente antifujimoristas. Lo cierto es que a la democracia se le cultiva siempre, porque es imperfecta, pero es mejor que cualquier dictadura. Que Keiko y Kenji Fujimori digan que nunca más un 5 de abril, es –a pesar de todo- un paso adelante para no retroceder en el camino a ser un Perú más democrático y justo, en todo sentido.
Publicado, 6 de abril del 2017 en Exitosa Diario.